Capítulo 8

- ¿Y qué fue lo del otro día?-preguntó Jake.
- Pues depende de a qué te refieras-contesté.
- Ya sabes,cuando os llamasteis el uno al otro aquellos nombres, Samsagaz y Trece, ¿por qué lo hicisteis?
- Ah, ya, bueno... La verdad es que siempre que jugamos a algo nos ponemos esos nombres. Yo Samsagaz porque nos gusta mucho el Señor de los Anillos, y ella Trece por House.

Jake parecía confuso.

- Una de las doctoras del equipo de House. La apodan Trece, pero su verdadero nombre es Remy.
- Ah, vale, ahora todo tiene sentido.

Jake y yo estábamos en un restaurante italiano, a las afueras del pueblo. Estar allí en vez de en mi casa me hacía sentir algo incómodo, a pesar de que le había enviado un mensaje a Rachel diciéndole que no podría quedar con ella aquella noche, que estaría ocupado.

Jake tenía un primo trabajando en aquel restaurante, razón por la cual nos pudo colar allí fácilmente, en la cocina, disfrazados, obviamente, de cocineros.

Cada segundo que pasaba estando ahí quietos, sin hacer nada, me ponía de lo más nervioso. Cada vez estaba menos seguro de que aquello fuera una buena idea. Como algo saliera mal...

- No te preocupes, Sam-me dijo Jake, dejándome de piedra. Parecía como si verdaderamente pudiera leerme el pensamiento-. Muy pronto estarás de vuelta con Remy y sus amigas en sus fiestas de pijamas. Es tan sólo una bromita sin importancia, ¿qué podría salir mal?

Maldije para mis adentros una y otra vez aquellas últimas palabras, y fue entonces cuando los vi entrar. Riley iba vestido con un traje y Remy llevaba el vestido azul que unos días antes habíamos escogido en su casa. ¿Por qué iban de etiqueta? Aquello no estaba previsto.

- Primera fase del plan en curso. Preparemos la salsa explosiva.

Jake y yo nos infiltramos en la cocina, sin que nadie sospechase nada, y preparamos la receta. Bueno, más bien fue Jake quien la preparó.

- Un poquito de esto, un poquito de lo otro y... ¡ya está! Espaguetis a la boloñesa con salsa de tomate explosivo. Menuda obra de arte.
- Tío, me das miedo-dije.
- Ya, bueno, es lo normal en la gente que me acaba de conocer. Ya te acostumbrarás.

Esperamos un buen rato, y por fin llegó la hora. 

- Espero...-dije- espero que sirviera de algo recomendarle a Riley los espaguetis-.
- No te preocupes, seguro que saldrá bien. Yo me ocuparé de grabarlo y lo colgaremos en Youtube.

Tanta maldad no podía ser sana.

- Ustedes-dijo uno de los cocineros- lleven unos espaguetis y unos macarrones a la mesa siete-.
- Hecho, compañero-dijo Jake-. Sam, lleva tú los macarrones, y y yo llevaré los espaguetis. Pero recuerda que debemos hacerlo rápido. Si nos ven, todo se fastidiará.
- Muy bien. Vayamos allá.

Así que ambos nos dirigimos hacia allí, procurando no ir demasiado de frente, para que no nos reconocieran. Entonces les dejamos los platos. Y me pregunté por qué, si se suponía que no tenían que vernos, habíamos ido nosotros en vez de darle los platos a cualquiera de las docenas de camareros que iban pululando por allí.

- Aquí tienen, señores-dijo Jake, con un extraño acento que tardé en entender-. Buen provecho.
- Gracias-dijeron los dos-.

Yo me limité a sonreír, y volvimos a irnos.

- Perfecto-dijo Jake-. Ya está hecho. Activaré la "bomba espagueti". Mejor será que nos alejemos-dijo, mientras pulsaba el botón-. No querrás estar cerca cuando empiecen a buscar culpables. Explosión en diez, nueve, ocho...

- Puedo cambiártelo, si ves que te gusta más-oí hablar a Riley, quien le estaba cambiando su plato por el de Remy-.

- Jake, ¡páralo!
- No puedo, una vez en marcha. Sam, no se te ocurra...

Pero se me ocurrió.

Corrí hacia allí en plan "¡¡¡¡¡noooooo!!!!!". Cuando vi que se acababa el tiempo, me lancé como un proyectil a coger el plato de espaguetis, incluso salté por encima de la mesa. Pero tarde.

Una inmensa erupción de tomate, verdura y carne picada salió despedida hacia el consumidor del plato. O sea, Remy. Y yo me estampé contra el suelo. Debí haber tenido más cuidado, porque, al darme la vuelta...

- ¿Sam?-me reconocío Remy-.
- Ehm..., esto, yo...
- Espera un minuto, tú has... ¿Me has hecho esto?-dijo, indignada.
- Ha sido un accidente, se suponía que el plato de macarrones...
- Oh, ahora entiendo. Así que has dejado a tu pareja plantada, has venido aquí a tender una trampa a Riley, y te has cargado mi vestido.¡No tienes ni idea del valor sentimental que tiene!
- Remy,yo..., lo siento,de verdad, yo tan sólo...
- Déjame en paz.

Dicho esto, se levantó de la mesa y se fue, sin decir palabra, dejando a todo el restaurante a la espera de un buen final. Y Riley se encargó de ello.

- Entonces..., ¿no hay postres?

La verdad es que me dio ganas de tirarle el otro plato a él, pero estaba demasiado triste para hacer ni decir nada.

- Mi primo ha asumido parte de la culpa-decía Jake-. Pero, aun así, tendremos que hacer unas cuantas horas supervisadas en el restaurante.

Estábamos en la calle, en la acera de enfrente.

- No lo entiendes, Jake-dije, casi llorando-. Remy es mi vida. Jamás he conocido a nadie como ella, siempre ha confiado en mí como la que más, y va y le miento. Le he fallado, Jake-decía, con voz entrecortada- le he fallado.

Jake intentó consolarme invitándome a su casa para jugar a la play station, pero rechacé la propuesta amablemente y me fui andando hacia mi casa. No estaba precisamente cerca, pero no me importaban unos cuantos kilómetros. Me darían tiempo para pensar, y reflexionar acerca de cómo mi mundo entero se había desmoronado en cuestión de días, y si había alguna forma de arreglarlo, por difícil que resultara.

A pocos metros de la puerta de mi casa, vi a mi llegada una silueta sentada en las escaleras del porche. Avancé unos pasos, y fue entonces cuando por fin distinguí su identidad, justo cuando aquella figura se levantó.

Era Rachel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario